con un blues de fondo
hubo una madrugada en que te paraste cerca de la ventana y susurré la primera sílaba de tu nombre para pedirte algo tenías los ojos como anaranjados tu corazón seguía mi tiempo elegí un puñado de pelo para mi oreja derecha y dos de tus dedos para traerte a mi espalda es decir tu pecho como terminación de vos a mi espalda inventaste una trenza y no divorcié mis dedos de la máquina de escribir mis manos acabaste la última línea y yo este poema no sin antes decir que dejaste como cantidad de noches que respirara mis miedos en tu oído que los esparciera por la habitación y me curara temblando de placer Romina Albanesi